Juventud Desviada? El proceso de policialización de las políticas públicas juveniles a través de PRONASCI - Programa Nacional de Seguridad Pública y Ciudadanía

Resumen

El fenómeno de la criminalidad juvenil ha creado discursos y prácticas sobre el orden social y formas de control del conflicto. La criminalidad juvenil fundamenta la existencia de dispositivos de poder realizados a través de la actuación estatal en dos campos: la política criminal represiva (policía) y las políticas de protección social. Esos campos se confunden en los procedimientos de control provenientes de las instituciones públicas. Tan grande es esa confusión, que el control social por la penalización y la policialización social se convirtió en la regla general, un asunto más fácil de ser propuesto y seguido. Los jóvenes que viven alrededor de las grandes ciudades, que pertenecen a las clases excluidas del orden social y económico, pasan a ser vistos como clases peligrosas, y debido a eso son blancos de las políticas públicas policializadas. Esa postura se camufla bajo los discursos humanísticos de integración y reinserción social, pero esconde la práctica perversa de la criminalidad y la marginalidad. El joven “vulnerable” o “en situación de peligro social” es visto como el enemigo que debe ser controlado, porque ahora no será más como un deber moral relativo a la protección social, sino porque ellos son amenazas al establishment que los ha convertido, por el miedo que infunden, en componentes electorales de proyectos políticos. Esos proyectos no tienen el objetivo de protegerlos, sino de usarlos como son y están. El Programa de Protección de Jóvenes (PROTEJO) es un ejemplo paradigmático del modo por el cual una de las principales políticas públicas preventivas de la actual política criminal juvenil brasileña es materializada en discurso y en prácticas de control social perverso.